Compras responsables I
En los últimos tiempos se ha puesto de moda comprar con cabeza. Algo que me sorprende porque yo lo he hecho siempre (bueno…. en la gran mayoría de la ocasiones).
«A la fuerza ahorcan»
Un matrimonio, cuatro hijos, una abuela y sólo un sueldo, supongo que nos obligó a comprar más con la cabeza que con el corazón. Eso sí, siempre compramos lo que necesitábamos y de la mejor calidad que nos podíamos permitir.
«Quien compra barato, compra dos veces»
Durante muchos años nos han intentado convencer de que lo más importante era «tener». Tener, tener y tener… Para ello, se tuvieron que bajar los precios. Y para bajar los precios se tuvieron que bajar muchas otras cosas: sueldos, derechos, calidad, etc.…
«Las clientas se aburrían de venir todas las semanas a la tienda y ver siempre lo mismo», he oído que decía el propietario de una gran cadena de ropa. Lo entiendo. Si yo fuera al cine todas las semanas a ver la misma película también me aburriría.
Lo que pasa es que, no es lo mismo ir al cine que ir de compras. Ir al cine es un acto de ocio, un momento especial que compartes con amigos y que después puedes comentar cenando o tomando una cerveza. Es un acto cultural. De entretenimiento. De alimentar el corazón.
Para mí, ir de compras, nunca ha sido un «¿qué hacemos esta tarde?. Ha sido un acto de necesidad, voluntario, lógico y sensato, de abastecerme de cosas que me hacían falta. Se me han roto los zapatos, por tanto necesito unos zapatos. Voy a una boda, necesito… comprar un regalo, comprarme un vestido…
Para mí, ir de compras nunca ha sido para pasar el rato, nunca lo he asociado con el ocio, con ocupar el tiempo libre. Y no porque no me guste la ropa o las cosas bonitas. Supongo que es cuestión de costumbre, de educación, de hacer lo que has visto en casa.
En mi casa nunca hemos tenido una conciencia ecológica muy patente pero siempre hemos cuidado las cosas (las cosas, en general). Siempre hemos tenido conciencia de lo que cuesta comprar algo.
Con esto no quiero decir que la casa de mis padres era de «mírameynometoques». Siempre hemos tenido cosas para utilizar y siempre hemos utilizado todo lo que teníamos.
Aún así, hemos cuidado de los sofás, las sillas, los juguetes, la ropa… Y así ha seguido siendo desde que tengo mi propia casa.
Dejando fuera los extremos: los «ricos» que compran por aburrimiento (basta con oír las barbaridades que se pagan en las subastas) y los «pobres» que compran por necesidad y sólo lo que se pueden permitir, el resto, la «clase media», tenemos el poder de elegir.Tenemos el poder de cambiar.
¡¡Tenemos el poder!!
No hace falta dejar de comprar, sólo debemos comprar mejor.
No es cuestión de ir contra «los grandes». Es cuestión de ir a favor de nosotros. De defender nuestros sueldos, nuestros derechos laborales, una vivienda digna, una alimentación saludable.
Si reflexionáramos nuestras compras, analizáramos los pros y los contras, nuestras compras podrían llegar a ser eficientes, sostenibles, justas, rentables.
Un producto que vale más dinero porque su calidad es mayor que otro más barato, funcionará mejor, será más eficaz, durará más tiempo evitando crear residuos innecesarios. Pero además, nos garantiza que ha sido fabricado bajo unas condiciones laborales respetuosas con el trabajador, con el medio ambiente, con lo más cercano.
Los pequeños, la gente «de a pie», los consumidores, tenemos una gran responsabilidad y un gran reto por delante. Podemos hacer que las cosas cambien. Sólo tenemos que parar. Parar y reflexionar. No dejarnos llevar por la vorágine en la que se ha convertido el acto de consumir.
Hoy me quedo aquí. El próximo día seguiré dándole vueltas a «porqué compramos tanto sin tener necesidad» o a cualquier otro tema relacionado con los hábitos consumistas de la sociedad actual.
Si quieres, puedes explicarme tu experiencia con las compras.
O puedes darme tu opinión sobre lo que hay escrito más arriba.
Estaré encantada de leerte.
#consumo #consumoresponsable #reflexiones